domingo, 15 de junio de 2014

Marcha del Orgullo, del activismo al desfile de las marcas

México, D.F.- Desde hace 35 años la comunidad Gay Lésbico Bisexual y Transexual (LGBT) en México se organizó para año con año celebrar la hoy conocida Marcha del Orgullo Gay, sin embargo décadas después, las demandas y activismo en favor de equidad social de esta iniciativa -si bien no han desaparecido- han quedado en segundo plano.

Producto de la necesidad de hombres y mujeres homosexuales de enfrentar abiertamente las continuas agresiones de la sociedad mexicana, mayores a las de la autoridad -y eso ya es decir algo-, fue que nació una de las marchas más multitudinarias y coloridas que se celebran en la ciudad de México.

En 1979 se llevó a cabo la primera Marcha del Orgullo Homosexual en la Ciudad de México. Entonces José Joaquín Blanco publicó “Ojos que da pánico soñar“, tomado entonces por muchos activistas como manifiesto para salir a recorrer la ciudad con consignas en petición del respeto a los derechos humanos de las personas con preferencias diferentes a la heterosexual.

Desde allí a la fecha, las Marchas del Orgullo han tenido avances notables en esa lucha por el respeto, pero sobre todo en contra del anonimato que muchas de las personas que marcharon aquella primera vez sufrían.

A fines de los 70, una expresión de amor en público entre dos personas del mismo sexo significaba un escándalo y podía incluso terminar en insultos y golpes.

Sin embargo, así como se lograron ganar batallas activistas como la aprobación de la sociedades de convivencia y los matrimonios entre personas del mismo sexo, una de las últimas victorias para la comunidad, lo cierto es que la marcha se ha transformado hasta el punto de dejar el ánimo político en segundo plano y convertirse en un negocio tan rentable que las cifras ni siquiera podrían ser cuantificadas claramente.

El negocio primero

La marcha actualmente es un desfile de marcas dirigidas al público homosexual, no es extraño encontrarse hoy con más carros alegóricos de condones, productoras de pornografía o sex shops que de organizaciones informando sobre los riesgos del VIH o entregando panfletos sobre los crímenes de odio que aún son un tema que debería de preocupar a la comunidad.

Con atractivas pancartas y hombres musculosos bailando, estos vehículos ofrecen una fiesta ambulante a los asistentes mientras que los invitan a visitar su antro, a consumir sus bebidas, a ponerse sus condones o a usar sus marcas de ropa.

Ya no se habla de seguridad en una marcha, en realidad, la seguridad para los que marchan no es algo que se cuide durante el acto, pues tampoco es extraño ver a grupos antagónicos peleando a golpes sin que las autoridades intervengan… ahora sólo se trata de vender y consumir.



La derrama que deja un día como este para la industria de los clubes nocturnos es tan alta que ni siquiera hay cifras oficiales de ello; simplemente basta con hacer presencia en algún bar de la Zona Rosa en la delegación Cuauhtémoc o en República de Cuba en el Centro Histórico, para darse cuenta de que el sobrecupo está dejando a los dueños de los establecimientos ganancias mucho más altas que en cualquier otro día del año.



Y es que tampoco resulta extraño que la mayoría de las personas que asisten a la marcha se preparen desde al menos un mes antes para tener dinero ese día y poder asegurar su lugar dentro de su antro favorito.

Es así como el evento más importante del año para la comunidad gay se vuelve un carnaval de consumo desmedido en favor de las empresas llamadas “rosas” y se deja de lado aquello que los organizadores rara vez toman en cuenta y que en algunas ocasiones ellos mismos transgreden: los derechos humanos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario